Documento sin título

HOSPITAL PEDIÁTRICO UNIVERSITARIO ELISEO NOEL CAMAÑO. MATANZAS


El método de enseñanza-aprendizaje en la formación de valores.


The teaching-learning method in the values formation.

AUTORES

Dr. Arturo Vidal Tallett (1)
E-mail: avidata.mtz@infomed.sld.cu
Dra. Teresita Calvo Oliva (2)
Dra. Olga Lidia Sosa (3)
Dra. Xiomara Casal Menéndez (4)
Dr. Amaury Noda Albelo (5)

(1) Especialista de II Grado en Pediatría. MSc en Educación Superior. Profesor Auxiliar.
(2) Dra. en Ciencias Médicas. Especialista de II Grado de Psiquiatría Infantil. Profesora Asistente.
(3) Especialista de I Grado en Medicina Interna. Profesora Instructora
(4) Especialista de II Grado de Microbiología. Profesora Asistente.
(5) MSc de Enfermedades Infecciosas y Tropicales. Especialista de I Grado en Inmunología. Profesor Instructor.

RESUMEN

Se realizó una actualización acerca de la formación de valores y su influencia en el desarrollo de la personalidad. Para este estudio se utilizó como método teórico el histórico lógico, el cual nos permitió esclarecer que éste en el método de enseñanza- aprendizaje, el real problema de su formación, y es éste el que determina que funcionen por compulsión externa y no por convicción y, por tanto, que sean tan cambiantes dando la apariencia de que se encuentran en crisis.

DeCS:

VALORES SOCIALES
PERSONALIDAD
CONDUCTA SOCIAL
ENSEÑANZA
APRENDIZAJE
HUMANOS

INTRODUCCIÓN

Por valor generalmente se entiende la capacidad que poseen determinados objetos y fenómenos de la realidad objetiva de satisfacer algunas necesidades humanas, es decir, la determinación social de estos objetos y fenómenos consistente en su función de servir a la actividad práctica humana.
El valor no es un fenómeno u objeto de la realidad en sí mismo, sino una cualidad de los objetos adquirida en el curso de la práctica social. La valoración en cambio, es el reflejo subjetivo en la conciencia del hombre de la significación que para él poseen determinados objetos y fenómenos de la realidad, en estrecha relación con las necesidades intereses, fines, experiencias precedentes y concepción del mundo del sujeto cognoscente. El conocimiento es un aspecto a tener en cuenta como premisa de la valoración y la práctica es la fuente y condición indispensable de la valoración que hace el sujeto de la realidad.
Alrededor del tema de los valores han surgido un grupo de preguntas: ¿La sociedad contemporánea se encuentra frente a una crisis de valores? ¿Tiene esta crisis su raíz en la situación económica mundial y en particular en la situación económica existente en Cuba? ¿Qué papel desempeña en su dinámica la familia, la escuela, la sociedad civil, los cambios en la estructura económica y social?
Si se tiene en consideración que la formación de valores es un complejo problema en el que confluyen las acciones educativas de diversas instituciones y organizaciones sociales: la familia, la escuela, las organizaciones de masas y sociales, las acciones educativas organizados o no, de las instituciones armadas, culturales, económicas, deportivas, religiosas, las agrupaciones informales, los medios de difusión masiva y, en general, el sistema de relaciones materiales y espirituales de la sociedad, entonces la respuestas a esas preguntas no se hace fácil. Ante esta realidad, aplicar el pensamiento de la lógica dialéctica como vía científica, es mi propósito. Este trabajo tiene un doble significado, verter luz sobre problemas no iluminados aún y con ello desarrollar la propia concepción dialéctico-materialista del problema y establecer las críticas consecuentes a las posiciones establecidas hasta el momento. El hombre como ser socio-culto espiritual interactúa con su medio, se orienta en él y lo transforma, a partir del análisis de la unidad dialéctica hombre-medio significamos la premisa en la adquisición de las funciones psíquicas superiores que lo caracterizan. Los procesos psíquicos constituyen un sistema único donde lo cognoscente-afectivo-conductual se encuentran en un vínculo tal que ninguno se encuentra al margen del otro, son en sí una unidad dialéctica.
Para que el individuo devenga en personalidad requiere de un desarrollo evolutivo previo donde armónica y multifacéticamente aprenda la perfección espiritual, la pureza moral y el equilibrio que le permita dominar la cultura, tener conciencia de sus actos y ser responsable de su conducta, pero además expresar y conocer sus sentimientos, intereses, voluntad y transmitirlo de generación a generación.
Los valores que tratamos no son excepción a los planteamientos de Lenin (1) cuando define el problema del objeto en relación a la idea que se tiene sobre el mismo:
"Cada objeto tiene muchos aspectos y características y a su vez cada aspecto constituye el objeto de estudio de una ciencia independiente, o sea, una misma cosa llega a ser objeto de ciencias diferentes". Los valores han sido objeto de estudio de sociólogos, pedagogos, psicólogos, juristas, etc. No podemos hablar de valor, sino de valores, según el aspecto a que se haga referencia, por tanto, no todos los valores pueden ser analizados en este enfoque. Analizar la contradicción que se pone de manifiesto cuando la enseñanza-aprendizaje de los mismos está permeada por métodos que históricamente funcionan como reguladores de conducta es el hilo conductor de este trabajo.
Los partidarios de las concepciones de crisis de valores en el momento actual no logran entender que lo ¨no científico no es la crisis en sí¨ sino la falta de concepción en el análisis que se tiene sobre ellos.
Al valorar la conducta humana hay que tener en cuenta la relación entre conciencia social e individual, la conciencia individual, la capacidad para valorar los propios actos, basado en el desarrollo de la autoconciencia, donde toda una serie de vivencias emocionales interactúan con las regulaciones establecidas a través de las normas morales de conducta, que inician su desarrollo en etapas tan tempranas como los 4 a 7 años aproximadamente y se consolidan en la adolescencia (10-20 años) y reflejan la moral del período histórico-concreto de la formación económico-social donde al individuo le ha tocado vivir por casualidad. Por tanto, los valores no son cualidades innatas, están en estrecho vínculo en la relación sujeto-medio, a través de las condiciones de vida y la educación.
En la interacción sujeto-medio los objetos aparecen no sólo como objetos del conocimiento, sino como impulsores de conducta y crean determinado incitante a la acción.
Las personas no nacen buenas o malas, sinceras o veraces, perezosas o aplicadas, temerosas o valientes, seguras o inseguras, humanas o deshumananizadas, las personas se hacen así, en el proceso de socialización.
La educación constituye un fenómeno social, en el cual de manera sistemática se influye en los individuos con fines y objetivos concretos acorde a los intereses de la sociedad.
La sociedad a su vez plantea patrones a seguir, regula formas de conducta en todos los sentidos, plantea aspiraciones morales que se convierten en formas de conducta y de regulación de las formas de acción de los individuos.
La sociedad desempeña un papel importante en el desarrollo de los valores, en primer lugar por ser un organismo activo de connotación humana, en segundo lugar porque en ella se sintetizan todas las formas de acción y aspiración de los hombres en el presente y futuro, en tercer lugar porque cuenta con medios de influencia educativa para la transformación de conducta de los hombres, en cuarto lugar porque tiene la responsabilidad de formar hombres plenos y sanos física y espiritualmente, para que a su vez contribuyan al desarrollo de la propia sociedad y por ende de su desarrollo espiritual. ¿Cómo influye entonces la sociedad en el desarrollo de la conducta humana?
El individuo cuando nace encuentra una sociedad, la cual no formó, pero de la cual recibe las influencias de una moral que contribuye a la autorregulación de la propia personalidad.
La moral no se impone, ni se dicta por leyes, el hombre refleja las influencias sociales a través de sus puntos de vista, opiniones, críticas, juicios y valoraciones del mundo que le rodea, incluyendo la naturaleza, la sociedad y el hombre mismo.
La concepción que se tenga de la realidad presenta tres componentes fundamentales en su formación: el cognoscitivo o intelectual, el personal o afectivo y el práctico.
El componente intelectual implica el nivel de conocimiento que posee el individuo, el afectivo o personal explica la dirección moral de la personalidad, o sea, la adquisición de los valores e introyección de los mismos y el práctico la acción de los hombres en su medio social. La esencia radica en cómo lo hacemos.
Para lograr una acción adecuada de los valores en la esfera conductual, es posible hacerlo cuando contribuimos a despertar el interés por el conocimiento en el plano intelectual, base para la dirección moral en el plano personal, sólo si preparamos al hombre intelectual y emocionalmente para este propio desarrollo.
No se trata de criticar los errores por la ignorancia, bajo la cual se enseñan los valores a través de culpas, miedos, prejuicios, necesidad de honores y poderes, se trata de aglutinar con todas sus posibilidades y reservas a nuestra generación de, primero partiendo del principio de que la conducta humana es viable de ser educada y segundo en demostrar cómo podemos lograrlo.

Los valores. Su relación entre la conciencia social e individual.

Los valores surgen por necesidad histórica en el desarrollo evolutivo de la unidad dialéctica hombre-naturaleza.
Desde su surgimiento el hombre se enfrentó a una realidad que le era dispar en cuanto a sus significaciones. En el propio mundo heterogéneo que le rodeaba encontró elementos que le favorecían y contribuían al mantenimiento de su vida, a su crecimiento y desarrollo y a otros que, por el contrario, lo amenazaban con la muerte.(2)
En un inicio esta situación se diferenciaba bastante poco de la que rodeaba a otros seres biológicos. Pero, paulatinamente, a la limitada capacidad natural de adaptarse al medio para aprovechar mejor sus influencias positivas y evitar las negativas, el hombre fue sumando la capacidad para transformarlo, en un sentido humano que pronto se convirtió en un sentido social. En otras palabras, la influencia espontánea de la naturaleza natural fue sustituida por la influencia predeterminada de la naturaleza humanizada, resultado de la actividad transformadora consciente del hombre.
Esta actividad transformadora consciente del hombre tenía como propósito su transformación, es así que la naturaleza transformada adquiría una significación positiva para él. Estas influencias predominantemente positivas pronto despertaron una relación emocionalmente marcada hacia ellos, esto satisfacía no solamente de forma material, sino también le provocaba una satisfacción espiritual, de esta manera se puede afirmar que había surgido el valor-realidad humanizada con significación positiva para el hombre (Fabelo 2003) y la valoración: capacidad que permite captar subjetivamente ese valor. (2)
El mundo social humano era en ese entonces bastante elemental y homogéneo. No iba mucho más allá del individuo, su familia, su gens o su tribu, y se basaba en lazos naturales de familia y consanguinidad. Bajo estas condiciones, en el interior de esas pequeñas comunidades existía muy poca diferenciación entre los intereses de sus miembros. El sujeto creador de valores coincidía con el sujeto para el cual los objetos valían. El hombre genérico coincidía con el hombre de carne y hueso, con cada uno de ellos. No existía exceptuando causas gnoseológicas contraposición entre valor y valoración entre los valores reales y actuantes y la interpretación subjetiva de los mismos.
A esta realidad valiosa creada por el hombre se le contraponía el mundo de influencias negativas naturales que, al quedar fuera de su dominio, debido a su aún limitada capacidad cognoscitiva y práctica, era muchas veces objeto de identificación místico con las fuerzas del mal.

En la comunidad primitiva existía un sincretismo del individuo con su medio, donde es aún inexistente la conciencia social e individual. El surgimiento de los primeros grupos humanos se sustenta en la necesidad de comunicación y trabajo, pero es en esta interacción de este individuo con su medio donde prevalecen necesidades y emociones primarias, en la interacción con su realidad se dan las premisas imprescindibles, para la aparición de las funciones psíquicas superiores y el devenir de la conciencia individual (conjunto de todas las formas de reflejar el ser social según las necesidades, intereses y finalidades sociales de la persona) y la conciencia social (que representa lo universalmente humano, todo el conjunto de la vida espiritual de la sociedad).
En estas infinitas variedades de combinaciones de las condiciones externas e internas es donde se explica filogenéticamente como aquel hombre primitivo sin un desarrollo del conocimiento que logre explicar las situaciones externas, expresara su miedo interno con conductas de superstición, que obligaran a crear determinados efectos ante cuya posible ocurrencia el debe o está obligado a determinadas privaciones o acciones con una obediencia sumisa frente a la fuerza de la naturaleza, surgiendo así el germen del deber con un carácter coactivo. Surge entonces la religión brotada de la debilidad del hombre en su vida práctica y de su dependencia respecto a la necesidad no conocida. (2)
El tipo de sociedad de la comunidad primitiva estaba limitado históricamente, condicionado por un grado ínfimo de desarrollo, tanto del hombre como de sus esferas de actividad. Como resultado de los avances en el dominio de la naturaleza, estas comunidades comenzaron a crecer, a complicar sus estructuras, a chocar unas con otras. El desarrollo de la actividad productiva hizo posible la aparición de clases, la separación de las actividades manuales de las intelectuales y como resultado, no sólo crecieron enormemente aquellas pequeñas comunidades hasta convertirse en otras sustancialmente distintas, sino que además se introdujo una gran cantidad de factores diferenciadores en ellas.
Todo esto, por supuesto, constituyó un largo proceso caracterizado por una permanente complicación del sistema de relaciones sociales y una constante deshomogenización de los intereses de los hombres.
En correspondencia con el desigual lugar que se le asignaba en el sistema social, comenzaron a distinguirse radicalmente los intereses entre los distintos individuos y grupos sociales, y entre éstos, por una parte y la sociedad por otra. A partir de entonces la acción de determinados hombres, aún cuando podía continuar persiguiendo el bien para sí mismo y la realización de sus intereses, no garantizaba el bien para otros hombres, ni para todo el universo social conformado. El hombre genérico había dejado de ser igual a cada uno de los hombres del género. Lo que era positivamente significativo para unos, no lo era necesariamente para otros. (2)
En correspondencia con esto cada sujeto individual o colectivo conformó su propia escala de valores, distinta a la de los otros. Apareció la ruptura entre valor y valoración, entre los valores del género, de la comunidad, de la sociedad y su interpretación subjetiva por un sujeto social u otro. Tal situación con diferentes matices y cambios lógicos en el contenido de valores y escalas ha sido predominante a partir de ese momento a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Lo cierto es que los valores como expresión de la interacción entre la conciencia social e individual del hombre requirió para su aparición de milenios de historia humana y social en su constante e indivisible unidad.
Esta concepción de unidad dialéctica hace imposible separar el desarrollo de los valores individual y social, lo que a su vez permite explicar su ontogenia.
Es en el período esclavista donde aparecen ya documentos antiquísimos, entre ellos textos religiosos que tratan de expresar los orígenes de la conducta normativa humana, como valores impuestos por una divinidad externa que trata de regular la conducta instintiva del hombre. A partir de aquí, los propios hombres no ven otra forma de lograr el proceso de socialización que no sea reprimiendo a los propios hombres, con métodos que en su esencia llevan la de crear efectos negativos para lograr incorporar los valores. Este método sustentado en sentimientos de culpa, miedo y prejuicios desde planos conscientes e inconscientes es el que ha estado presente a lo largo de toda la vida del hombre hasta nuestros días.
Lo que fue en un momento histórico (miedo por el desconocimiento) se convirtió después en un estilo de vida, en un método de enseñanza-aprendizaje, el hombre se transformó y modificó lo referente a lo cognoscitivo, pero se llevó consigo sus tabúes.
En todo este proceso histórico fueron surgiendo las más diversas doctrinas filosóficas que tenían entre sus propósitos fundamentales la justificación ideológica de sus respectivas escalas de valores, esta respuesta histórica al problema de la naturaleza de los valores humanos abarcan cuatro grupos principales: naturalista, objetivista, subjetivista y sociologista.
La concepción naturalista destaca el vínculo de los valores con las propiedades naturales de los objetos y del ser humano. Esta concepción tuvo en Demócrito (460- 370 a .n.e) un clásico representante, para el filósofo griego, el bien, lo útil, lo bello, es lo que se corresponde con la naturaleza, al tiempo que el mal, lo perjudicial y lo horrible es lo antinatural, todo está unido a la capacidad humana de sentir deleite. (4)
Esta concepción naturalista adquiere un amplio despliegue a partir del Renacimiento destacándose en ese momento Claude Adrien Helvecio (1715-1771), quien señala que la causa de todos los infortunios y de todas las desgracias de los hombres consiste en su ignorancia.(5)
En resumen, la concepción naturalista se sustenta en que el valor coincide con la naturaleza y es alcanzable a través del conocimiento de esta última.
La concepción objetivista intenta encontrar un referente objetivo a los valores, reconoce la existencia de una verdad valorativa y otorga un fundamento a la educación moral, pero se equivoca en colocar en un mundo suprahumano, eterno e invariable a éstos, separa su contenido de la realidad concreta en que habitan los hombres. Su principal representante Manuel Kant (1724-1804), concibe al ser humano coexistiendo en dos mundos: el mundo del ser y el mundo del deber, este último suprasensible, no alcanzable por nuestra experiencia. La realidad objetiva de la ley moral-supone Kant no puede ser demostrada por ninguna deducción, por ningún esfuerzo de la razón teórica, especulativa o apoyada empiricamente'' (Manuel Kant 1752).
Entre los seguidores de Kant se encuentran Wilhelm Windelband (1848-1915) y Henrich Rickert (1863-1936). Los neokantianos convierten a los valores en una especie de principios a priori, que poseen la fuerza de una ley objetiva, aunque no sea alcanzable por la racionalidad científica. La norma, en tanto debe ser fundada en un valor, puede no tener realización en los hechos, pero es la única que puede dar verdad, bondad y belleza a las cosas juzgable. (Wilhem Windelband 1911).(6)
Otros representantes de esta tendencia fueron Max Sheler (1874-1928) y Nicolai Hartmann (1882-1950) variantes del pensamiento filosófico-cristiano, por una parte Sheler aunque parte de Kant, considera que los valores son materiales y no formales, alcanzables por la vía de la intuición emocional y no por la razón (Sheler 1921), mientras que Hartmann señala que los valores existen objetivamente independiente de las opiniones del sujeto, cual auténtico objeto, pero no en el mundo de realidades humanas, sino en cierto firmamento ideal (Nicolai Hartmann, 1949).(7)
La concepción subjetivista pone a los valores en relación directa con el ser humano, con sus necesidades e intereses, sin embargo, hacen depender los valores de los gustos, deseos, aspiraciones e intereses subjetivos e individuales, sin importar cuál de éstos sean. Francisco Brentano (1838-1917), uno de sus iniciadores, opina que el origen de los valores está en la preferencia y el amar. Es valioso lo digno de ser amado. Alexius von Meinong (1853-1920) y Christian von Ehrenfels (1859-1932) discípulos de Brentano, consideraban desde puntos diferentes el aspecto subjetivista que da validez al valor, para Meinong, el placer o el agrado, para Ehrenfels, el deseo (Uber Werhaltung und Wert 1897)(6).
Así observamos como Jean Paul Sartre (1905-1980) desde un ámbito existencialista afirma que los valores están exentos de cualquier criterio objetivo. El hombre es su única fuente, criterio y fin. Mi libertad individual es el único cimiento de los valores, y nada absolutamente nada, me ofrece fundamentos para aceptar uno u otro valor, una u otra fuente de valores El ser de los valores está en mí mismo. Jean Paul Sartre 1956).(8)
La concepción sociologista apela a la sociedad como fuente legitimadora de los valores, no existe conciencia individual, lo que hace valer los valores es la conciencia social o colectiva. Entre los que defienden esa posición se encuentran, Emile Durkheim (1858-1917), Lucien Levy-Brühl (1857-1939) y Celestin Bouglé (1870-1940).
El espíritu colectivo afirma Dukheim desborda a cada espíritu individual como el todo desborda la parte (Dukheim 1924).(9)
Según esta concepción los valores actúan con fuerza imperactiva son objetivos por ser imperativos e imperativos por ser colectivos como refiriera Bouglé (León Dujovne 1959).
Fabelo Corzo J.R. (1996) con intención de superar las limitaciones inherentes a las concepciones axiológicas clásicas propone un enfoque multidimensional de los valores que al mismo tiempo que los comprenda como un fenómeno complejo con manifestaciones distintas en diversos planos de análisis, muestra la conexión mutua entre esos planos y realiza para cada uno de ellos las precisiones categoriales correspondientes.(10)
Esta propuesta reconoce la existencia de tres dimensiones fundamentales para los valores, que se corresponden a su vez con tres planos de análisis de esta categoría. Distingue conceptualmente estas dimensiones como objetiva, subjetiva e instituida y mediante ellas le otorga el espacio requerido y pone en conexión a las distintas manifestaciones particulares de los valores.
En el primero de estos planos se entienden los valores como parte constitutiva de la propia realidad social, como una relación de significación entre los distintos procesos o acontecimientos de la vida social y las necesidades e intereses de la sociedad en su conjunto.
Es decir cada objeto, fenómeno, suceso, tendencia, conducta, idea o concepción, cada resultado de la actividad humana desempeña una determinada función en la sociedad, adquiere una u otra significación social, favorece u obstaculiza el desarrollo progresivo de la sociedad y, en tal sentido, es un valor o un antivalor un valor positivo o un valor negativo. A este conjunto de valores le llaman sistema objetivo de valores.
Este sistema objetivo de valores es independiente de la apreciación que de él se tenga, pero eso no significa que sea inmutable. Todo lo contrario, es dinámico, cambiante, atendiendo a las condiciones histórico-concretas.
El segundo plano de análisis se refiere a la forma que esa significación social, que constituye el valor objetivo es reflejada en la conciencia individual o colectiva. En dependencia de los gustos, aspiraciones, deseos, necesidades, intereses e ideales, cada sujeto social valora la realidad de un modo específico. Como resultado de este proceso de valoración, conforma su propio sistema subjetivo de valores, sistema relativamente estable que actúa como especie de patrón que regula la conducta humana y a través de cuyo primas el sujeto valora cualquier objeto o fenómeno nuevo. Estos valores subjetivos pueden poseer mayor o menor grado de correspondencia con el sistema de valores, en dependencia ante todo, del nivel de coincidencia de los intereses particulares del sujeto dado con los intereses generales de la sociedad en su conjunto. Al mismo tiempo, los intereses están vinculados al lugar que ocupa el sujeto en el sistema de relaciones sociales, a la posición de los grupos humanos dentro de la sociedad.
Al reconocer la pertenencia de estas dos dimensiones de los valores, Fabelo se percata de que en alguna medida tenían razón tanto los objetivistas como los subjetivistas (en sus dos variantes individuales y sociológicas). Es necesario buscar un referente objetivo, como pensaban los primeros, sólo que ese referente hay que encontrarlo dentro de la propia sociedad. Y es necesario también cómo exigían los segundo, tomar en consideración las variantes subjetivistas (personales y colectivas) que tienen la interpretación de los valores. Pero mucho más importante que lo uno y lo otro es establecer la relación entre estas dos dimensiones. (José Ramón Fabelo Corzo 2003).(2)
El tercer plano de análisis es el de los valores instituidos y oficialmente reconocidos. Este sistema instituido puede ser el resultado de la generalización de una de las escalas subjetivas existentes en la sociedad o la combinación de varias de ellas.
Por lo general, ciertos individuos o grupos que ostentan el poder son los que imponen este sistema, al resto del universo social de que se trate, mediante la conversión de su escala de valores en oficial. Cuando el marco de referencia es el Estado-Nación, el sistema institucionalizado de valores se expresa a través de la ideología oficial, la política interna y externa, las normas jurídicas, el derecho, la educación pública y otras vías.
El sistema oficial de valores siempre se presenta a sí mismo como universalmente valioso, es decir, como bien común o bien general. Pero no siempre ni mucho menos lo es en realidad. Por lo tanto, este sistema de valores puede también tener un mayor o menor grado de correspondencia con el sistema objetivo de valores, en dependencia sobre todo, de que grupo ostente el poder y para que lo utiliza, para el bien parcial de ese grupo o para el bien general de la sociedad.
Más el marco de acción de los valores instituidos no es sólo el Estado-Nación. Se conoce que las relaciones de poder desbordan el espacio político gubernamental. De esta forma, encontramos valores instituidos en marcos referenciales tan amplios como la humanidad toda y también en espacios tan reducidos como la familia.
Los principios o valores sociales declarados, o asumidos desde su universalidad como expresión de la intencionalidad a nivel social en la formación de la personalidad se va vinculando a la práctica en cada momento del devenir histórico, la que determina su eficacia y funcionabilidad social. No existe una relación lineal entre los llamados valores institucionalizados y valores objetivos, configurados desde la realidad misma, que dada sus características cambiantes y dinámicas van condicionando el cambio de sus formas de expresión y la emergencia de nuevos valores, como representación de lo que se valora desde la cotidianidad y que en ocasiones entra en contradicción con lo deseado o establecido desde el discurso oficial.
El análisis de esta relación dialéctica entre el sistema de valores institucionalizado y el sistema objetivo de valores nos permite comprender la complejidad del proceso contradictorio de su individualización, desde donde el individuo como sujeto configura sus valores, portadores de un sentido subjetivo, en el que se expresa la unidad de lo afectivo y lo cognitivo, lo social e individual. Es decir, el hombre no asimila simplemente la experiencia social que se trasmite de la cultura, sino que la transforma en valores, disposiciones y orientaciones propias. Fuentes, M (1995). (11)
En resumen, en cualquier ámbito social y atendiendo a estos tres planos de análisis, es posible encontrar además de un sistema objetivo de valores, una diversidad de sistemas subjetivos y un sistema socialmente instituido. Todas estas diferentes dimensiones de los valores interactúan entre sí en múltiples sentidos. Los valores objetivos, como componentes de la realidad social, sólo pueden surgir como resultado de objetivaciones de la subjetividad humana. Los valores de este último plano reciben no sólo, a través de la praxis, el influjo de la realidad social, sino también por medio de la educación y otras vías, la acción de los valores instituidos. Estos últimos, precisamente a través de las subjetividades que condicionan, materializan la creación de otros valores objetivos.
Se puede decir entonces que mediante estas tres dimensiones se pone en evidencia la relación entre el ser social, la conciencia social, su interrelación e interdependencia y a su vez la expresión de los valores a través de la conciencia individual.
Esta concepción integral y abarcadora sobre los valores propuesta por Fabelo nos permite dar un mejor sustento a lo que consideramos la piedra angular en el proceso de enseñanza- aprendizaje de los valores, estamos haciendo referencia al método utilizado a todo lo largo de la historia de la humanidad para socializar al hombre y, por ende, formar sus valores, que son en definitiva los motivos que mediante el compromiso emocional y la expresión de necesidades diferentes, estructuran la historia individual del sujeto y definen el sentido que los distintos sistemas de relación tienen para el individuo concreto.

Desarrollo de la personalidad y su formación en valores.

La personalidad es un complejo y monolítico sistema. Cuando un sujeto piensa, siente y actúa responde con su personalidad como un todo, sus elementos se hayan en unidad y fuerte interacción, conocemos que a partir del proceso cognoscitivo (senso-percepción-pensamiento) entendemos o al menos creemos entender la realidad objetiva que nos rodea. Este conocer pasa a formar parte de nuestra personalidad y es a lo que se llama, imagen del mundo.
Aunque a partir de nuestras capacidades llegamos a descubrir muchas cosas, la mayor parte de conocimientos son aprendidos a partir de los conocimientos ya logrados por la cultura en las que estamos inmersos.
A través del proceso de socialización desde las etapas más tempranas en el seno familiar y más tarde en la escuela y demás instituciones sociales, el grupo al que pertenecemos intentará que esa parte tan importante de la personalidad que es la imagen del mundo, no difiera mucho del resto de los componentes del grupo.(11)
La imagen del mundo se compone pues: de las ideas, opiniones, criterios, convicciones creencias religiosas e ideología que posee como parte de la personalidad cada sujeto sobre el significado de las cosas.
Por su parte la imagen de sí mismo, no es más que la parte de la imagen del mundo que se refiere a la propia persona.
El subsistema de la personalidad sentido personal es el significado afectivo que tienen para nosotros las cosas. Los afectos y sentimientos al igual que lo anterior son enseñados a través del proceso de socialización, es decir, se nos va enseñando qué emociones debemos sentir y en que circunstancias pueden ser expresadas con libertad y comprendidos por el grupo y cuáles deben ser reprimidas. De igual medida se nos enseñará a tener grandes sentimientos de culpa si desarrollamos sentimientos inaceptables según el criterio del grupo social.(11)
Con este proceso se crea una jerarquía de afectos que están en estrecha relación con la jerarquía de criterios (imagen del mundo) ya que se supone que las cosas que consideramos más importantes cognoscitivamente sean las que tienen más sentido personal para nosotros.
Por lo tanto, existe una unidad indivisible entre el componente cognoscitivo (jerarquía de criterios) y el componente afectivo (sentido personal) o jerarquía de afectos.
Además todo grupo humano establece sus valores sociales que desea que posean los individuos que la componen. De esta manera para el grupo se convierte en un valor social ser honrado, honesto, valiente, sincero, justo, bondadoso, etc. Valores como éstos que son reconocidos por casi todos los grupos humanos se consideran valores universales, que son a su vez la base para que surjan otros valores más complejos.
La verdadera incorporación de un valor social se produce cuando ya el grupo no tiene que vigilar, ni amenazar al sujeto para lograr la conducta que desea, mientras este modelo predomine no se puede hablar de convicciones, sino de valores que funcionan por compulsión externa.
Unido a este proceso de incorporación de valores, se establece también la jerarquía de valores en dependencia de las exigencias del grupo y en estrecha relación con la imagen del mundo y el sentido personal.
Otros de los factores que intervienen en la regulación de la conducta humana es la motivación. Éstos surgen de las necesidades e impulsan al hombre a realizar actividades para satisfacerlos, a su vez las necesidades crean tensiones psicológicas que requieren de objetos para ser satisfechas, estos objetos se convierten así en motivos para la conducta y hace que aparezca la carga afectiva que nos producen éstos que no son otra cosa que las motivaciones.
Las motivaciones en relación con la importancia que el individuo le conceda a las necesidades, no tienen la misma intensidad y obviamente tampoco la misma prioridad.(11)
Es evidente que la escala de valores de todo ser humano bien socializado, los símbolos y abstracciones relacionados con sentimientos superiores y la necesidad de realizar acciones no sólo para sí, ocupan una alta jerarquía en su escala de motivos y con frecuencia tiene una estrecha relación con sus motivaciones centrales.
Interrelacionado con estos subsistemas se encuentra, el que se refiere, a la voluntad (subsistema volitivo), que no puede considerarse como la resultante de los otros cuatro ya que en él existen elementos propios que participan en la regulación de la conducta (independencia, firmeza, perseverancia, autodominio).
Como los demás subsistemas el proceso de socialización tiende una influencia decisiva.
En resumen, la personalidad como todo sistema tiende a mantener el equilibrio de sus componentes en una estrecha interrelación. La modificación de uno de ellos obliga a los demás a buscar un nuevo equilibrio.
Al tratar de explicar la conducta de un sujeto resulta inseparable, pues lo que cree que debe hacer y los afectos que siente cuando lo hace o lo deja de hacer.
La jerarquía de valores que como sabemos se aprenden a partir del proceso de socialización, donde los grupos de pertenencia o referencia ejercen influencia sobre el sujeto, y se apoya en la importancia que cada uno de estos valores tienen en nuestra imagen del mundo y en nuestro sentido personal y marcha dicha jerarquía de valores en la mayoría de los casos, de buen acuerdo con nuestra escala de motivos ya que la jerarquía de nuestras necesidades también ha sido marcadamente influida por la socialización que estos grupos pueden ejercer sobre nosotros.(11)
Pero sea porque los grupos incorporan en nuestra escala valores, preceptos que son violatorios de necesidades biológicas o sociales capaces de producir grandes satisfacciones o porque las circunstancias someten a los sujetos a situaciones límites, en algunas ocasiones aparecen situaciones de conflicto entre nuestra escala de valores y nuestra escala de motivos.
Aunque lo frecuente es que la jerarquía de valores y la escala de motivos se refuercen y consoliden una a otra en ocasiones las motivaciones son de tal intensidad, que creamos justificaciones que nos hacen pensar que nuestra escala de valores anterior estaba equivocada.
En la dinámica de su actividad el hombre hace contacto con la realidad, la refleja en su conciencia y obtiene conocimientos e impresiones afectivas acerca de ellas, pero al mismo tiempo toma decisiones y actúa en una u otra dirección. Así se muestra la interrelación entre los procesos cognoscitivos-afectivos y la voluntad. El estudio de la actividad volitiva y toma de decisiones es a la vez el estudio de la actuación, en cuya base se encuentran las necesidades del hombre, que aunque no guían directamente su actividad porque están condicionadas por las exigencias sociales, constituyen su origen.(11)
Cuando la necesidad se vuelve objetiva y el impulso se convierte en deseo hacia un determinado objeto, éste se hace conciente, el hombre sabe lo que quiere y orienta su actividad hacia la consecuencia de ese fin.
Este proceso es premisa de la actividad práctica de los hombres. En ella van a participar de forma decisiva la escala de motivos y la jerarquía de valores. Una vez conocido como el subsistema de jerarquía de valores influye en la formación de la personalidad, sería conveniente tener en consideración que al valorar la conducta humana hay que tener en cuenta además la individualidad, su conciencia individual, la capacidad para valorar sus propios actos, basada en la capacidad de criticar y criticarse a través de la autoimagen, autovaloración y autoconciencia que se desarrolla en el transcurso de la infancia.
La formación de los valores es un proceso inherente al desarrollo moral de la personalidad en el que se reintegran de forma coherente el contenido axiológico de todos sus dimensiones: ideológica, política, jurídica, estética, filosófica, religiosa y científica.
El concepto de desarrollo moral de la personalidad es utilizado fundamentalmente por los psicólogos, que se han adentrado en el estudio de este complejo proceso, teniendo en cuenta las características psicológicas de las edades en su evolución y el proceso del aprendizaje de los conocimientos en su interacción con la estructuración del juicio moral (Chacón N. 2002). (12)
En este sentido se destacan dos tendencias: aquellas posiciones que identifican el desarrollo como un proceso externo, heterónimo, respecto al individuo, donde el conductismo de Skinner tiene una profunda huella y las que entiendan este desarrollo como un proceso que recorre etapas de lo heterónomo en etapas tempranas a lo autónomo, es decir, como una construcción interna del juicio y la autorregulación moral, en el que los aportes de J. Piaget (13) y Lev Semionovich Vigotski (1896-1934) (14) tiene una gran importancia, aunque con sus particularidades.
Lo cierto es que los valores se imbrican en el desarrollo de la personalidad del ser humano, no se nace con ellos, pero se aprenden e interiorizan y forman a su vez parte importante de la regulación interna de la conducta humana, sus mecanismos reguladores son aproximadamente a partir del cuarto año de la vida, donde los adultos regulan de manera externa y con métodos que conllevarán a que se interioricen por convicción o compulsión externa.
Para ello el adulto desde etapas muy tempranas utiliza categoría valorativas de bueno o malo en función de regular externamente la conducta del niño con valores cambiantes y movibles, sujetos a cierto dinamismo histórico, debe incorporarlos de lo externo a lo interno, hacerlos suyo y con la aspiración que cuando este niño sea un adulto logre de manera interna regular su conducta en relación a su propia realidad.
Es así como bueno es para el niño en cualquier contexto sinónimo de factible y malo todo lo contrario, lo aprende además de su práctica diaria por las consecuencias ulteriores que generalmente son desagradables, así en sus inicios son de espontáneas sus conductas a priori para convertirse por el método en posteriori, esto trae como consecuencia que para el niño bueno y malo se convierten en un valor utilitario bueno es lo que sirve para satisfacer un deseo y dar placer y malo es lo que no le sirve porque produce displacer, conducta que refuerza el adulto cuando este aprendizaje se sustenta en un sistema de premios y castigos de recompensas y sanciones para que llegue a interiorizarse lo prohibido y lo obligado, de lo justo e injusto y para esto se necesitó crear un sentimiento de culpa, miedo y apegos que dominará desde planos conscientes / inconscientes que estarán presentes a lo largo de toda su vida. Es este mecanismo quien diferencia la línea de lo debido, lo prohibido y lo permitido.
En sus inicios de aprendizaje, estos valores permiten vivir alegres y tranquilos a los niños si y sólo si se contentan y satisfacen lo que el adulto espera de ellos, o sea, las normas funcionan para complacer a padres, maestros, superiores, es en la obediencia, con su doble vertiente te dejó hacer o no puedes hacer donde el niño interioriza he de hacer lo que me mandan o no puedo hacer lo que me prohíben, aunque les guste o no, para lograr ser buenos debemos obedecer a aquellos por los que somos mandado de forma absoluta.(15)
Incluso los padres cuando intentan explicarlo lo ven como su deber educar en valores".
Parlov señaló, se hace más cómodo ser vividos que vivir y cuando los adultos educan con este método, los valores más positivos se convierten en sacrificios, en marcada paradoja.(16)
En la etapa de 4 a 7 años se crea la imagen que el niño tiene de sí mismo, permeada lógicamente por el adulto que en términos valorativos sería ¿quién soy y que esperan de mí?, el niño para ser "bueno? se le obliga a cumplir ciertos normas amén de la que recibe sanción de no hacerlo. (17)
Háblese de valores universales, pero el método para su enseñanza-aprendizaje también es universal y poco o nada se habla de él, el método se ha asegurado de un quietismo que contrasta con la libertad que da el conocimiento. Cuando el hombre se de cuenta de esta miopía, la misión de los educadores consistirá en que los valores se aprendan sustentados en el placer de amar a todo lo existente, versus la culpa, el miedo y los apegos.(17)
Desafortunadamente la dirección del proceso enseñanza-aprendizaje va dirigida a la necesidad de aprobación. El aprendizaje no se estimula como la necesidad inherente al hombre como medio de cultivar su inteligencia y ser libre, sino como imposición externa para saber "somos alguien?, " valemos algo? y "contamos para los demás?.(17) Cuando el valor funciona por compulsión externa devienen consecuencias terribles en su no cumplimiento, aparece el remordimiento que paraliza, porque los valores se interiorizan para "cubrir las apariencias?, "estar bien con los que mandan? o "eludir responsabilidades?.(17) Cuando el valor deviene en convicción no porque debamos actuar para la aprobación externa, ni constituya un sacrificio, sino que la conducta fluya espontáneamente como resultado de la libertad interna, forma de una verdadera autorregulación, la realidad podrá ser, pero los valores funcionarán por placer, sin contradicciones en la toma de decisiones.
Como se ha analizado el aprendizaje de los valores se sustenta en un método prohibitivo, que conduce a su interiorización por compulsión externa, cuando sean por convicción el hombre aprenderá a conciliar sus deseos con los de los demás, por convicción el valor permitirá trascender la individualidad en beneficio de la colectividad humana, las necesidades sociales serán también las individuales.
Teniendo en consideración los elementos anteriormente señalados no resulta difícil entender que en el desarrollo de la personalidad se encuentra la génesis del funcionamiento de los valores y que del método que se utilice en su aprendizaje dependerán el funcionamiento de los mismos. Con esto no se niega la repercusión que en el comportamiento de los hombres y sus valores, tenga la situación económica en un determinado contexto, lo que sí queda claro es que las variantes en su contenido no deben alejarse de aquellos valores con significación positiva para la humanidad ya que la base del método se sustentará en el amar, que no es otra cosa que lo significativo social sea también personalmente significativo, se trata de que la convicción personal sea el verdadero arbitro en las cuestiones del "deber" .
El desarrollo de la personalidad desde las tendencias pedagógicas.
El hombre pertenece al género humano y esto lo distingue como individuo, para devenir en personalidad es necesario analizarlo como un ser social activo insertado en las relaciones sociales, claro está, con sus rasgos particulares e individuales.
El hombre adulto se convierte en personalidad cuando ha alcanzado un nivel de desarrollo tal que lo hace capaz de dirigir con objetivos conscientemente planteados, su conducta y actividad. Ya es capaz de tener opiniones y actitudes inherentes a teligencias y una escala jerárquica de valoraciones.
Esto le permite a la vez independizarse, mantener una interrelación dialéctica con su medio.
La formación de la personalidad lleva un curso un desarrollo donde la educación desempeña un papel muy importante, para lograr la personalidad que la sociedad espera.
Existen relaciones entre el hombre y el medio, condiciones internas y externas que interactúan y van conformando distintos momentos en el desarrollo de la personalidad.
El hombre tiene la necesidad de asimilar la experiencia social acumulada por años, los procesos psíquicos devienen por su carácter a formaciones psíquicas superiores, estas funciones psíquicas se ven mediatizadas por el pensamiento, se van intelectualizando, voluntarizando, es decir, son dirigidas por el propio hombre.
En el niño se irán conformando nuevas cualidades en interrelación con la realidad que lo rodea, comenzará un diferenciación entre la posición objetiva que con respecto al medio el ocupa y su propia posición interna, la historia de su desarrollo le irá brindando determinada experiencia y a su vez su medio le irá imponiendo exigencias que lo estimularán al cambio.
La personalidad como proceso de desarrollo tiene un principio: el nacimiento, y un fin de lograr, la madurez. Es una unidad indivisible y es siempre única e individual. No hay ni habrá nunca, dos personalidades exactamente iguales.
La combinación de los subsistemas que la componen (imagen del mundo, autoimagen, sentido personal, motivación, cualidades valorativas, toma de decisiones), y que constituyen la estructura dinámica de la personalidad es complejísima e irrepetible, única en cada sujeto concreto. Ello se debe a que las condiciones internas de cada sujeto siempre van a ser tan diversas como las externas.
La personalidad es un complejo y monolítico sistema. Cuando un sujeto piensa, siente y actúa, responde con su personalidad como un todo. Sus elementos se hallan en unidad y fuerte interacción, Núñez de Villavicencio( 2000). El hombre se ha formado en el hacer, influye sobre el medio y este sobre él, transforma la naturaleza, la sociedad y a su vez se transforma a sí mismo.
La personalidad del hombre se forma de acuerdo con su actividad, la cual se corresponde con su modo de vida, con la época histórica y con el medio social en que se desenvuelve. Los estímulos del medio que actúan sobre él, son procesados con relación a las condiciones internas, que en él se han formado en el decursar de su vida.
Las leyes que regulan el proceso de autodesarrollo de la personalidad pueden interpretarse con claridad si se tiene en cuenta que el hombre es al propio tiempo objeto y sujeto de la acción de dichas leyes.
Durante el desarrollo psíquico surgen contradicciones, como en todo proceso de desarrollo. Éstas conducen a la aparición de nuevas necesidades e intereses y a la asimilación de nuevos tipos de actividad. Estas contradicciones constituyen las fuerzas matrices del desarrollo psíquico humano. El análisis de la ontogenia de la personalidad a partir de un enfoque científico se sustenta en el principio con arreglo al cual, el hombre se forma y desarrolla en la actividad.
Los aportes de la Escuela Soviética destacan la significación consciente de la actividad humana, la concientización objetiva y social, a la cual el niño se acerca de forma progresiva hasta lograr su comprensión. Los estudios de Serchenov y Parlov abrieron el camino para la interpretación materialista de la conducta humana.
Leontiev,(18) Petrovski,(19) Rubinstein,(20) consideraron de gran importancia a la actividad externa, no sólo como modelo, sino como una variedad de la propia actividad psíquica. En esencia se plantea que en las relaciones con la actividad externa objetal y material, es donde debe buscarse la compresión de la actividad psíquica, condicionada por la actividad refleja con el medio.
Fue Vigotski (1931) con sus estudios sobre el origen de la naturaleza de las funciones psíquicas superiores y la conducta, Leontiev, Rubinstein, Luria,(21) Bassin,(22) Anokhin,(23) Uznadze, (24) entre otros quienes encuentran la relación entre lo psíquico y la actividad externa objetal concientizada, dando un enfoque materialista dialéctico al desarrollo de la personalidad y la conducta.
Las funciones psíquicas superiores se originan en las primeras formas de comunicación verbal, gracias al constante proceso de aprendizaje. Vigotski confirma algo cardinal, la existencia externa objetiva de las formas de actividad humana, que se convierten posteriormente en formas de actividad psíquica interna, o sea, la encarnación de lo externo en lo interno. Este autor al estudiar las funciones psíquicas superiores introdujo el concepto de situación social del desarrollo, con el que brinda una interpretación dialéctica desde la perspectiva materialista, del papel del medio en el desarrollo psíquico del niño. Demuestra además que las condiciones de vida por sí mismas no son capaces de forma directa de determinar la formación de la personalidad. Para Vigotski el desarrollo de las funciones psicológicas superiores se da primero en el plano social y después en el nivel individual a través de un complejo proceso de pasar de lo interpersonal a lo intrapersonal. Señala que cualquier función presente durante el desarrollo del niño aparece dos veces o en dos planos diferentes. En primer lugar aparece en el plano social, para hacerlo luego en el plano psicológico. En principio aparece entre las personas y como una categoría interpsicológica, para luego, aparecer en el niño como una categoría intrapsicológica.
La psicología soviética parte de que el hombre manifiesta su actividad en el proceso de interacciones con el mundo circundante, la fuente de su actividad son los necesidades que el hombre trata de satisfacer, y éstas son las que incitan a actuar en una forma y no en otra. Se afirma de esta manera que las necesidades se forman en el hombre en su proceso de educación, o sea, en el contacto con la cultura. Uznadze 1974, Galperin, Y. A. 1982.(25)
Este enfoque dialéctico-materialista se contrapone a los enfoques mecanicistas que se hacen de la personalidad por las corrientes tanto biogenetistas, como sociologistas.
Los biogenetistas (S. Freud) negaron la iniciativa de la personalidad reduciendo la conducta y el desarrollo a la realización de lo preestablecido genéticamente, los sociologistas por su parte cometieron error al señalar y reducir todo el desarrollo de la personalidad a la influencia del medio social.(26)
S. Freud afirmó que el hombre es activo por manifestarse impulsos instintivos en él de carácter heredado dándole papel fundamental al instinto sexual y a la autoconservación. Sin embargo, según este autor en la sociedad donde el hombre vive, estos instintos deberían censurarse, reprimirse, por lo cual desde su nacimiento el ser humano era un ser vergonzoso e inaceptable, que para convivir con otros, sus instintos tenían que hacerse inconscientes aunque no desaparecían, poniéndose en evidencia a través de su energía, que en definitiva dirigía la conducta humana al desplazarse a través de los distintos instantes de la personalidad, el Yo, el Ello y el Súper yo.
A pesar de sus errores, no podemos dejar de reconocer que Freud fue el pionero en abordar el inconsciente, no por ello su teoría resiste el análisis científico, por su biologicismo y la incapacidad de analizar al hombre como ser social.
Tanto sus seguidores como detractores cometen igual error. Los neofreudianos niegan la prioridad del impulso sexual, pero absolutizan el medio y dan la personalidad como resultado de la búsqueda de amor, ansia de poder, prestigio, dominio, etc.
No es reconocer el papel del medio sobre la conducta, sino demostrar su interacción con el sujeto. Esto no lo logran explicar ni las corrientes biologizantes, ni sociologizantes.
Como se señala anteriormente es la psicología materialista dialéctica la que resuelve el problema, ya que parte de que el hombre manifiesta su actividad en el proceso de interacción con el mundo circundante la fuente de su actividad son las necesidades que el hombre trata de satisfacer y estos son los que incitan a actuar de una forma y no de otra. Estas necesidades se forman en el hombre en su proceso de educación, o sea, en el contacto con la cultura humana.
La educación es una actividad trascendente, responde al hombre en sociedad. Es por ello que se encuentra en consonancia con la propia naturaleza humana: con su condición de ser social, y con su carácter cognoscente-transformador (Casanova 2002).(27)
La educación por tanto, está condicionada por el contexto económico, político, natural, social y cultural, pero al mismo tiempo se propone incidir preponderantemente en tal contexto, lo que la convierte en determinada-determinante (Ramón Marrison).
La Pedagogía por su parte con su status pleno de ciencia de la educación en su devenir evolutivo, histórico y concreto ha estado influenciada por condiciones económicas, políticas, culturales y sociales que de una u otra forma se ven reflejado en el desarrollo y personalidad del hombre.
El pensamiento pedagógico puede decirse que comenzó su desarrollo desde los propios albores de la humanidad. Surge en correspondencia con la necesidad del ser humano de trasmitir con eficiencia y eficacia a sus congéneres las experiencias adquiridas y la información obtenida en su enfrentamiento cotidiano con su medio natural y social.
Así se encuentra el pensamiento pedagógico, expresándose de manera concreta a través de acciones de una educación incipiente ejerciendo su influencia en el proceso de transformación de la llamada comunidad primitiva, sirve aquí de instrumento y arma para luchar contra las tradiciones y las ideas movilizadoras para la acción de las entonces comunidades tribales. Las ideas pedagógicas abogan en ese momento crucial de la historia del ser humano como ente social por la separación en lo que respecta a la formación intelectual y el desarrollo de las habilidades y capacidades que habrían de lograrse en aquellos hombres en que sus tareas principales no fueran las de pensar, sino las requeridas para el esfuerzo físico productivo, tales ideas pedagógicas debían insistir lo suficiente para lograr en la práctica que la mayoría aceptara esa condición de desigualdad.
Con estas concepciones es que surgen las denominadas escuelas para enseñanza de los conocimientos concebidas exclusivamente para las clases sociales selectas, dejando al resto como única salida de sobrevivencia, el papel protagónico de la realización del trabajo físico.
Tales ideas pedagógicas, conjuntamente con las cualidades que deben poseer tanto el alumno como el maestro, aparecen en manuscritos muy antiguos de China, la India y el Egipto.Semejante pensamiento pedagógico tiene lugar en Grecia y Roma con figuras tan sobresalientes como Demócrito, Sócrates, Aristóteles, Platón.
Pero no es hasta el renacimiento en que el pensamiento pedagógico emerge con un contenido y una estructura que le permite alcanzar un cuerpo teórico verdadero, como respuesta a la necesidad que tiene la sociedad de contar con una base teórica fuerte, sobre la cual sustentar la enseñanza de la misma, con vista a mantener en el poder a la clase dominante, la burguesía. En este último período la figura más representativa de la ya pedagogía como ciencia independiente es Juan Amos Comenio. Entre 1548 y 1762 surge y se desarrolla la Pedagogía Eclesiástica fundada por Ignacio de Loyola y que más tarde sus esencialidades son retomadas para llegar a convertirse en el antecedente de mayor influencia en la Pedagogía Tradicional , que tiene como centro la disciplina de manera férrea e indiscutible, con el objetivo de disponer de hombres que respondieran sin vacilación alguna, en base a una conducta formada en la rigidez y el orden absoluto, como necesidad de mantener el poder de la iglesia y de las posteriores clases dominantes.
La Pedagogía tradicional es en el siglo XIX donde alcanza su mayor grado de esplendor, adquiriendo un verdadero e importante carácter de Tendencia Pedagógica. La misma no profundiza en el conocimiento de los mecanismos mediante los cuales se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje, el alumno recibe la información en forma de discurso, con una carga de trabajo práctico mínimo.
En la relación alumno-profesor predomina la autoridad del segundo, con una función cognoscitiva pasiva por parte del alumno, con principios educativos poco flexibles, impositivos y coercitivos, cuyas consecuencias no son otras que la pobre independencia cognoscitiva-afectiva y la sumisión. Los principios en que se basa esta tendencia pedagógica ha repercutido negativamente en el desarrollo de la personalidad de los hombres y por ende en la formación de sus valores.
Al entronar al profesor en el dominio del poder absoluto y partiendo de que el poder históricamente ha normado y regulado la actividad conjunta de los hombres-tema que ha sido abordado desde distintas aristas por Foucault(28), Rousseau,(29) Villoro(30) y Fabelo convirtiéndose en un factor influyente del origen ¨subjetivo¨ de los valores y en medio de realización de los valores objetivos, asume en este caso desde mi punto de vista un carácter antivalioso, ya que para el logro de sus objetivos crea en el hombre efectos negativos que van a repercutir desfavorablemente en el desarrollo de su personalidad favoreciendo a que los valores funcionen por compulsión externa y no por convicción.
Es así como la Pedagogía Tradicional en el sistema educativo ha tendido a enmascarar y simplificar la realidad, el mundo se presenta a los estudiantes de forma simplificada, sin conflictos, ni contradicciones y cuando éstas se presentan son analizadas desde sus extremos, en blanco y negro, sin profundizar en la variedad de matices que caracterizan la complejidad de la realidad. Se impide así el desarrollo de un pensamiento dialéctico, analítico e integrador que permita al estudiante descubrir las contradicciones, acercarse críticamente a la realidad (Quiroga A. 1991) y luchar contra ella.
Ante esta realidad y como una necesidad histórica surge a finales del siglo XIX y principios del siglo XX la Escuela Nueva que tiene entre sus representantes a Dewey. J. (1859-1952), Decroly, O (1871-1932), Montessori M. (1870-1952). Primer movimiento educativo que se plantea la actividad de la enseñanza centrado el proceso educativo en el estudiante, con una esencia genética, funcional y social y una fundamentación filosófica pragmática.
Entre otras tendencias pedagógicas que surgen en esta época se encuentra la tecnología-educativa entre cuyo representante se encuentra B.F. Skinner (1904-1990) con su teoría de condicionamiento operante pragmática y conductista se presenta como una alternativa de aprendizaje.
Surge también Paulo Freire quien denuncia la educación tradicional, dando pautas para plantear una "pedagogía de liberación" en su obra Pedagogía del oprimido.
En el pensamiento pedagógico latinoamericano se destacan otras figuras cuyas ideas son precursoras de la enseñanza activa y participativa, entre ellos se destacan Eugenio M. de Hostos, Aníbal Ponce y en Cuba Félix Varela y Morales (1788-1853).
Estos pensadores en oposición al método tradicional de enseñanza-aprendizaje, desarrollaron el método explicativo, el cual no sólo eliminaba la enseñanza mecánica y rutinaria, sino que erradicaba el uso extremo de la memoria subordinada al análisis, desarrollaba el método independiente y despertaba el interés de los alumnos por conocer y profundizar en los fenómenos de la realidad.
Importantes figuras como Luz y Caballero que fue precursor de la enseñanza activa y abogó por el carácter experimental de la enseñanza en la ciencia, José Martí (1853-1895) aportó ideas muy valiosas con relación a que la educación debe ser científica y debe preparar al hombre para la vida, José Varona quien consideró que el proceso de instrucción es un proceso de construcción en el que se despiertan intereses donde se aprende no sólo para adaptarse al medio, sino para modificarlo y mejorarlo:
Las nuevas tendencias han contribuido también a una concepción más integradora, no limitada únicamente a los procesos cognoscitivos, han llamado la atención sobre la importancia de la esfera afectiva de los motivos e intereses del sujeto sus emociones y estados de ánimo.
El enfrentamiento a la pedagogía tradicional se ha hecho aún más fuerte en las últimas décadas, sugiriendo diferentes tendencias como las llamadas socializantes o "centradas en el grupo", diferentes experiencias agrupadas bajo la denominación de pedagogía "autogestionarias" "no directivas y concepción pedagógica basada en la filosofía y psicología de enfoque histórico-cultural, en las cuales se destacan como constante el papel activo del educando como sujeto del aprendizaje y no sólo como objeto del quehacer del docente.
Las nuevas tendencias han contribuido también a una concepción más integradora, no limitada únicamente a los procesos cognoscitivos o al sujeto individual abstraído del marco de sus relaciones sociales, han llamado la atención sobre la importancia de la esfera afectiva, de los motivos e intereses del sujeto, sus emociones y estados de ánimo, las relaciones afectivas entre los alumnos y el profesor y entre los alumnos y el clima emocional de las aulas.
En el desarrollo de la "Teoría de los Grupos" en América Latina realizada por E. Pichón Riviere y C. Zarzar (Zarzar 1980, 1983)(31) se busca el abordaje y la transformación del conocimiento desde una perspectiva de grupo, se acepta que aprender es elaborar el conocimiento, ya que no está dado ni acabado, reconoce, la importancia de la comunicación y de la dialéctica en las modificaciones sujeto-grupo (Casales, 1989, Cueto del A. M. 1985).(32,33)
A través del aprendizaje grupal se pretende modificaciones complejas, en la conducta y en la personalidad de los miembros, no se limita al aprendizaje cognoscitivo, sino que implica todos los aspectos de su personalidad (Morán, P. 1985).
Los enfoques que propugnan el uso de los métodos participativos en la enseñanza parten de la concepción del aprendizaje como un proceso activo de creación y recreación del conocimiento por los alumnos, mediante la solución colectiva de tareas, el intercambio y confrontación de ideas, opiniones, experiencias entre el estudiante y el profesor, aspecto que constituye la base de estos métodos y técnicas.
En la actualidad las nuevas tecnologías apuntan a señalar el significativo valor de una pedagogía informacional, ya que representa un nuevo escenario para comprender el fenómeno educativo e implicar una nueva cultura organizacional y pedagógica. La pedagogía informacional ha sido abordada por numerosos autores, teniendo como elemento básico la problemática de considerarla medio o fin de la educación.
De esta manera la educación telemática o a distancia ha sido abordada por: Romiszowski 1997, M . Moore(34) y G. Kearsley 1996. L . Harasin 1995 y A. W.Bates 1995. (35)
Sobre su relación o compatibilidad de la telemática con los actuales enfoques pedagógicos, constructivismo (Vigostky), conversación (Pask) conocimiento situado (Young)(36) y acción comunicativa (Habermas), Oscar Picardo Joao en su trabajo "Espacios y tiempos de la Educación " explica como estos enfoques se incluyen en la pedagogía informacional.
En su libro "Las fuentes de información estudios teórico-práctico" coordinado por Isabel Torres Ramírez (1999) se aborda las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en su carácter epistemológico.
Toda esta temática de la educación informático ha sido abordado en sus diferentes aspectos por: J. Adell (1997), A. Cornella (1999), B. Grande (2000) y Carlos Frade 2003(38), entre otros.
En los últimos años se han producido importantes modificaciones en los escenarios escolares, de ser espacios destinados a la difusión de saberes, y a la asimilación por parte de los estudiantes de contenidos conceptuales, han pasado a convertirse en ámbito de promoción de actitudes y valores. En este sentido se propone trabajar una serie de temas que pese a no ocupar un puesto concreto en el currículum, ha de trabajarse a lo largo de la escolaridad. Éstos son los llamados ejes transversales.
Con esto se trata ante todo de una educación en valores, de manera que los enfoques educativos reciban una dimensión más humana (39) enfrentándose a la tarea de contribuir se desarrollo integral de la persona y a la configuración de su personalidad (Reysabal y Sanz 1995), donde la educación se sitúa al servicio de las necesidades y exigencia de la sociedad (MEC 1992), Fernández Alcalá 2000), otorgándosele además, un tratamiento interdisciplinario (Yus 1997, 1999. Palos 1998, Otano Sierra 1994), lo que permite establecer con la sociedad un contrato moral. (Martínez 1998, Puig, Martín 1998, Bolívar 1996).
Con la transversalidad se asiste a una concepción constructivista del aprendizaje y se propicia el desarrollo de un aprendizaje significativo (Fernández 2004(40), se logra impregnar al currículum escolar de forma tal que éste, reciba influjos de aquellos valores y actitudes considerados prioritario en este enfoque (Rodríguez 1995)(41).
Se plantea que para que el aprendizaje sea significativo tiene que partir de los conocimientos actitudes, motivaciones, intereses y experiencia previa del estudiante que hace que el nuevo contenido cobre para él un nuevo sentido. El aprendizaje significativo potencia el establecimiento de relaciones: relaciones entre aprendizajes, relaciones entre los nuevos contenidos y el mundo afectivo y motivacional de los estudiantes, relaciones entre los conceptos ya adquiridos y los nuevos conceptos que se forman, relaciones entre el conocimiento y la vida, entre la teoría y la práctica. A partir de esta relación significativa, el contenido de estos nuevos aprendizajes cobra un verdadero valor para la persona y aumentan las posibilidades de que dicho aprendizaje sea verdadero, recuperable, generalizable y transferible a nuevas situaciones, así como de pasar a formar parte de del sistema de convicciones del sujeto. Castellanos D.( 2000).(42)
Es precisamente el aprendizaje significativo base fundamental del aprendizaje desarrollador. El aprendizaje desarrollador con sus tres dimensiones: activación-regulación, la significatividad y la motivación para aprender, no cabe duda que constituye una herramienta metodológica y práctica de utilidad para profesores y profesoras en el diseño y planificación de su desarrollo docente.
Cada una de las dimensiones se sustentan en el pensamiento científico de un grupo de psicólogos y pedagogos, así vemos como en lo que se refiere a la metacognición se tiene en consideración los aportes de Flavel, John 1978, Buron J. 1990, en lo relacionado con la significatividad del aprendizaje los aportes de Marchesi, Alvarado y Elena Martín 1998, Lipman 1980, Leontiev 1976, Ausubel 1979 y con relación a la motivación lo señalado por Pérez Angel 1992, entre otros.
Sus fundamentos pedagógicos, filosóficos, sociológicos y psicológicos ofrecen una base teórica necesaria para su comprensión.
Dicha concepción lleva a una visión en la que todos los componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje deben desplegar una actividad tal que garantice la apropiación activa y creadora de la cultura en sus educandos, una actividad en la que se dominen modos de pensar, sentir y actuar, que permita a las personas comprender la realidad objetiva y subjetiva y actuar sobre ambas para transformarla, una actividad que debe propiciar ineludiblemente experiencias afectivas capaces de estimular la formación de sentimientos, actitudes, normas y valores en correspondencia con el ideal del ser humano que persigue la sociedad concreta y en armonía con las necesidades y particularidades de los individuos y que finalmente deben potenciar los aprendizajes desarrolladores (activos, significativos, integradores, enriquecedores, permanentes). Castellanos D.( 2000).
No cabe duda que este enfoque del proceso de enseñanza- aprendizaje permitirá formar hombres y mujeres más integrales, críticos, activos y reflexivos, armados de ideas justas, proyectarlos no a la contemplación, pasiva del mundo circundante simples de un saber, sino como activos creadores y transformadores del entorno social, capaces de entender los procesos sociales su lugar en ellos e insertarse en su dinámica de cambio con elevados valores humanos, pero valores estos que corren el riesgo de funcionar por compulsión externa y no por convicción, si el hombre en su esencia no cambia, si el hombre sigue, arrastrando en su propio ser, el método heredado de generación en generación, que tiene sus bases en la propia pedagogía tradicional y en la forma empleada para socializar a los hombres.
Nuestro proceso revolucionario nos ha demostrado cuanto vale las ideas, cuanto vale la fe en el hombre (Castro F. 1999)(43) en una época en que la humanidad se enfrenta a tiempos tan complicados y difíciles.
Es en estos tiempos donde debemos enfrentar la formación profesional, desde una nueva óptica buscando en sus raíces la génesis del error, si lo logramos estoy convencido que formaremos un hombre pleno, en total equilibrio bio-psico-socio-cultural-espiritual y es entonces que ese mundo mejor al que aspiramos, será posible.

Enfoque actual de los valores y su formación.

El hombre como ser social interactúa con su medio y se orienta en él y lo transforma. Partimos de nuestra concepción, el individuo a través de la adquisición del reflejo más complejo, la conciencia, tiene la capacidad no solo de reflejar la realidad sino que adquiere la capacidad del pensamiento creador para así orientarse y transformar el medio donde la casualidad les impone vivir. Responde a esto a través de su conducta donde el aprendizaje juega un papel fundamental.
El hombre al ser portador de la materia altamente especializada, el cerebro y darse en el forma de movimiento más compleja, el social, reflejará el mundo y dará respuesta al mismo a través de la actividad que le es propia.
A partir del análisis de la unidad dialéctica hombre-medio significamos la premisa en la adquisición de las funciones psíquicas superiores que nos caracterizan.
Para que el niño devenga en personalidad requiere de un desarrollo evolutivo previo, donde armónica y multifacéticamente aprenda la perfección espiritual, la pureza moral y el equilibrio que le permite dominar la cultura, tener conciencia de sus actos y ser responsable de su conducta.
El ser humano responde a través de todo un sistema donde no solo los mecanismos biológicos deben tomarse en consideración sino que lleva en si su análisis social, como ser social. La formación de valores forma parte indivisible de este proceso de socialización.
La historia de los valores está muy relacionada con la propia historia de la humanidad.
La inquietud por hallar una definición del concepto de valores humanos ha estado presente desde tiempos muy remotos, pero no es hasta la aparición del marxismo en la segunda mitad del siglo XIX que el concepto valores humanos se aborda a partir de la relación de los factores objetivos y subjetivos en la esencia humana, se considera la correlación entre la vida material y la espiritual de la sociedad. Se habla entonces de los valores como una relación sujeto-objeto, asociado a un proceso de reflejo que expresa la significación de la realidad para el hombre y se rompe de este modo con los enfoques absolutistas anteriores, se considera los valores humanos desde posiciones dialécticas como algo en movimiento continuo que nace, se desarrolla y que cambia su estado cualitativo.
En la actualidad el concepto de valores humanos ha sido abordado por diferentes autores y de diferentes puntos de vista. En el diccionario filosófico se definen los valores como las propiedades de los objetos materiales y de los fenómenos de la conciencia social que caracterizan el significado de unos y otros para la sociedad, para la clase y para el hombre (M. Rosental 1981).
Por su parte (Rasinkov 1984) los define como las determinaciones sociales de los objetos del mundo circulante que ponen de manifiesto su significación positiva o negativa para el hombre y la sociedad (bien y mal, bello y feo) que se contienen en los fenómenos de la vida social y la naturaleza.
Cándido Aguiar (Aguiar 1997)(44) sugiere una definición con enfoque metodológico al plantear que el valor humano es la significación socialmente positiva que tiene la realidad para el hombre como elemento fundamental de sus relaciones sociales y que tiene como su contrapuesto el antivalor.
Por su parte el filosofo cubano José Ramón Fabelo Corzo caracterizó el valor como la capacidad que poseen determinados objetos y fenómenos de la realidad objetiva de satisfacer alguna necesidad humana, es decir, la determinación social de estos objetos y fenómenos, consistente en su función de servir a la actividad práctica del hombre. La práctica social y la producción material constituyen el fundamento para que los objetos y fenómenos de la realidad adquieran una significación social y se conviertan en valores.
En la actividad práctica el hombre revela las cosas, propiedades, cualidades de la realidad que satisfacen sus necesidades y poseen significación para él, en un proceso que integra también la actividad cognoscitiva y valorativa.
Por su parte en la actividad valorativa el sujeto aborda el objeto a partir del prisma de su valor, es decir, en su significado moral, ideológico, político, estético, utilitario, científico, humano, etc. José Ramón Fabelo distingue el valor humano como la significación socialmente positiva que poseen los fenómenos y objetos de la realidad, no cualquier significación, sino aquella que juega un papel positivo en el desarrollo de la sociedad (Fabelo 1989).
Quedando claro a partir de este análisis la diferencia entre valor y valoración siendo esta última el reflejo subjetivo en la conciencia del hombre de la significación que para el poseen los objetos y fenómenos de la realidad.
José R. Fabelo toma como punto de partida estos tres planos para explicar la crisis de valores que se observa en la juventud cubana y señala que la misma ocurre cuando se produce una ruptura significativa entre los sistemas de valores pertenecientes a las tres esferas o planos.
Los valores socialmente instituidos y los valores de la conciencia.
Señala que entre los síntomas que identifican una situación de crisis de valores están los siguientes: perplejidad, inseguridad de los sujetos sociales acerca de cuál es el verdadero sistema de valores que debe considerar valioso y no valioso, sentimiento de pérdida de validez de aquello que se considera valioso y en consecuencia atribución de valor a aquello que hasta el momento se considerada no valioso o indiferente.
A través de este enfoque se evalúa como génesis de esta crisis de valores en la juventud cubana a factores externos e internos. Entre los factores externos se señala: desaparición de la URSS , que hace que se destruyan los principales factores valorativos de comparación, es decir, el paradigma social de cómo "debe ser" que a su vez pone en crisis al marxismo en su versión dogmática, en segundo lugar la unipolaridad política que le sucede a la caída del socialismo y en tercer lugar la agresión ideológica del imperialismo que trata de sacar el mayor provecho posible a nuestros problemas internos y a la crisis del movimiento obrero mundial.
Entre los factores internos se citan entre otros: la crisis económica-carencias materiales, bajo nivel de satisfacción de las necesidades, conductas pragmáticas más materialistas y menos altruitas y menos solidarias, así como escepticismo sobre el futuro de la Revolución y su capacidad para enfrentarlos, defasaje entre los dictados valorativos de la muy cambiada realidad cotidiana y su mucho más lento reflejo en el sistema de valores institucionalizados que trae consigo entre otros fenómenos la doble moral (en determinadas circunstancias se piensa y se actúa de una forma y en otras de manera diferente), la imprescindible entrada del capital internacional, las reformas capitalistas que le acompañan y los indiscutibles beneficios que reciben los trabajadores insertados en estas esferas vinculadas al capital extranjero y al aflujo de divisas, introduce nuevos elementos distorsionados de la conciencia valorativa.
Todo esto ha llevado a nuevas e inevitables formas de desigualdad social que a su vez engendra desvió de recursos y apropiación indebida de los mismos, afectando el sentido de la justicia social como valor.
Son éstos según este autor algunos de los factores que tienen mayor incidencia en la crisis de valores que afecta a una parte de nuestra juventud. Estos factores actúan a su vez sobre la familia, el barrio, la escuela y que es donde el joven recibe las influencias de métodos y contenidos que aún tenemos en nuestra labor educativa.
Por su parte la socióloga María Isabel Domínguez intenta explicar el fenómeno de la llamada crisis de valores en la juventud cubana a partir de la crisis económica que enfrenta nuestro país tomando como premisas las condiciones sociales existentes cuando esta surge. Entre los elementos negativos que se aborda por la investigadora se encuentran entre otros:

Igualitarismo lo que produjo una tendencia al debilitamiento del valor trabajo del sentido del deber social.
Dificultades en el proceso de socialización de niños y jóvenes, proceso encaminado a trasmitir las normas y valores que permiten la inserción en la vida social: fragmentación, homogenización, tecnocratización, paternalismo.
Finalmente cita otros factores como la influencia de patrones de referencia externos, sobre todo los de la comunidad cubana en los estados Unidos que ha contribuido a formar un modelo de bienestar encaminado a lograr altos niveles de consumo con una conciencia de consumidor por encima de la de productor.
La profesora de Psicología de la Universidad de La Habana Patricia Ares Muzlo (46) al abordar el tema de la familia en la formación de valores deja claro que un modelo cultural no se desarticula necesariamente de forma instantánea con sólo cambiar la base económica de la sociedad, no obstante señala que el cambio de la base material puede preparar el escenario para una crisis de valores, refiriéndose al término de crisis no asociado al caos, debacle, destrucción o anquilosamiento, sino a la necesidad de un cambio, aunque éste siempre va a ser portador de un potencial de riesgo, así como de un potencial de desarrollo humano. Las crisis son oportunidades peligrosas que marcan un momento de transición entre perdida segura y una adquisición incierta. Analiza la crisis que aparece en la familia con relación a la formación de valores y señala que no marca un momento de ruptura con décadas anteriores, ni indica que antes no existieran contradicciones en relación con algunos valores si tomamos en cuenta que una revolución social en 40 años de existencia no puede desterrar todos los elementos arcaicos y residuales de la estructura patriarcal y de la familia burguesa. Debemos tener claro afirma, que las actuales condiciones sociales han activado en algunas personas y grupos humanos comportamientos que ya venían gestándose en décadas anteriores, aunque con formas de expresión y magnitudes diferentes (Ares P. 1998).
Fernando González Rey aborda este tema desde el punto de vista psicológico y señala que los valores no existen como abstracciones fuera del individuo quien en su condición de sujeto es, simultáneamente, portador de su configuración subjetiva en la personalidad y conductor intencional de su expresión.
Analiza la problemática actual y el impacto del momento que vivimos sobre los valores, no como una consecuencia de las medidas económicas adoptadas. Entre lo económico y la subjetividad social no se produce una relación directa y lineal, entre ambas median complejos procesos sobre los que descansan las determinantes esenciales de la formación de valores, entre los cuales se puede señalar los procesos educativos, el desarrollo de climas institucionales y comunitarios, el desarrollo de las organizaciones políticas y de masa, etc. En la base de todos estos elementos, está el desarrollo de una efectiva comunicación en todos los niveles de integración de la trama social, sigue señalando González Rey, que los valores no se fijan por un proceso de comprensión, por lo tanto no son una expresión directa de un discurso que resulta asimilado, sino el resultado de un experiencia individual a partir de las situaciones y contradicciones que la persona presenta en el proceso de socialización, del que se derivan las necesidades que se convierten en valores a través de las formas individuales en que son asumidas y desarrollada dentro del propio proceso.
Los valores representan una categoría esencial en la comprensión de la contradicción entre intención y realidad.
Los valores son una expresión de la realidad viva y actuante en cada uno de los sectores constitutivos de la trama social, así como de los individuos que la integran no deben por tanto ser sacralizados como resultado de una forma dominante de ver la realidad por justa que esta sea, pues en su propia generalización estaría contenida una injusticia esencial, el desconocimiento de su naturaleza y su función social, señala además que cuando los valores se tratan de imponer por encima del proceso contradictorio de su individualización, puede producirse una formalización de los mismos que conduzcan a la separación entre su expresión conductual y su configuración subjetiva y es a este aspecto en que González Rey considera la problemática de los valores en la juventud cubana.
Señala que el proceso de socialización se produce a través de la comunicación de la persona en las diferentes esferas de la vida, comunicación con los otros en las diversas formas de expresión social del hombre. La comunicación deviene un elemento central para el desarrollo de los valores, comprendiéndola no en su aspecto informativo o impositivo, como orientación o transmisión de ordenes, sino como diálogo, como proceso contradictorio dentro del que cada uno de los participantes se encuentran con los demás a través de su verdad, de su comprensión personal del tema compartido, mediante el cual influye sobre los otros y resulta influido por ello, en un clima de amor y tolerancia.
Sólo a través de la expresión auténtica pueden formarse valores en las distintas esferas en que el individuo expresa su condición social. La formación de valores es un complicado proceso íntimo personal, que cuando son impuesto por fuerzas externas, sólo se logra que funcionen por compulsión y no por convicción.
Como todo motivo, los valores descansan en una configuración de elementos dinámicos diversos, constituidos a través del compromiso emocional y la expresión de necesidades diferentes, estructurada en la historia individual del sujeto, son motivos configurados en el proceso de socialización de la persona y definen el sentido que los distintos sistemas de relación (dentro de los que este proceso transcurre) tienen para el individuo concreto. La lógica del desarrollo de los valores sociales es inseparable de los valores individuales, pues todo valor social declarado que no aparezca configurado a nivel individual deja de serlo en la praxis, y se convierte en formal y vacío, presente solo en el discurso oficial, pero sin ningún sentido para el comportamiento humano González Rey 1998.
Si partimos que los valores no se fijan por un proceso de compresión, que no son una expresión directa de un discurso que resulta asimilado, sino el resultado de una expresión individual a partir de las situaciones y contradicciones que la persona presenta en el proceso de socialización del que se derivan necesidades que se convierten en valores a través de las formas individuales en que son asumidas y desarrolladas dentro del proceso, entonces debemos tener en cuenta el método utilizado durante su formación en el cual debe prevalecer el amor, la comprensión, el diálogo.
Al abordar la problemática de la formación de valores se hace un análisis de como la realidad objetiva y los valores instituidos repercuten en la esfera subjetiva de los hombres y en particular de los jóvenes, señala "El desgaste implacable y creciente a que nos somete el bloqueo duplicado y creciente, más la intrínsica complejidad de las medidas económicas adoptadas, es el marco donde aparecen los jóvenes descreídos, escépticos o desencantados para los cuales las instituciones revolucionarias no tienen ninguna palabra convincente, y aún peor si estas instituciones esgrimen la palabra Martí, esta misma deja de ser convincente porque se ha vuelto "oficial".
Sin duda Cintio Vitier hace un llamado a que tenemos que modificar el método al enfrentar la formación de valores en los jóvenes, aunque en realidad los que tenemos que cambiar somos nosotros mismos. Hay que tener en consideración que la historia individual del hombre está mediada por la historia de la humanidad, que se expresa a través de la familia, heredera de métodos de enseñanza aprendizaje erróneos, métodos que se han basado en la formación de valores a través de prejuicios, miedos y culpas. Situación que desde el punto de vista psicológico lo sitúan en un nivel externo, en su nivel más primario, por tanto no se reconocen como propios, funcionan por compulsión y no por convicción.
Se toma en consideración tres aspectos que resultan esenciales al abordar los valores: la relación hombre-hombre en el establecimiento de los valores universales, la relación hombre-naturaleza y la relación hombre-Estado. De estos criterios podrían desprenderse valores esenciales como el amor al trabajo, a la patria y su historia, a la familia, los niños, ancianos y la naturaleza. El desarrollo de la honradez, la honestidad, la responsabilidad.
Señala que este modelo basado en cualidades debe utilizarse desde los primeros grados con las adecuaciones a que obliga el desarrollo del niño.
A su vez hace un análisis de la situación actual, no limitándose a ella, sino teniendo en consideración la responsabilidad de la propia historia de la sociedad y su repercusión individual ante situación de crisis.
En su reflexión sobre formación moral y la responsabilidad de la escuela hace referencia a la obra martiana, de donde se deduce una serie de principios y su expresión concreta en instituciones y diferentes formas de la conciencia social, entre los que cobra significación:

La unidad de lo afectivo y racional.

A partir de estos elementos aporta un grupo de excelentes ideas que facilita la formación de valores, pero que, se queda a nivel cognoscitivo, ya que, no tiene en consideración lo que para nosotros es lo esencial en este proceso, el método en que se sustenta a nivel psicológico la formación de valores.
Manuel Calviño(43) al abordar el tema de los valores en la realidad cubana actual hace referencia a la aparición de ciertas transfiguraciones en los valores de algunas personas. Señala que cuando se está sometido a una situación de vida marcada por la escasez, cuando se debuta en escenarios imprevisibles que favorecen el establecimiento de modelos personales de consumo, cuando la calidad de la luz se hace tenue, algunos optan por el "antivalor?.
Asume la posición de la que hoy hablan muchos "crisis de valores?, pero tomando como referencia la dualidad significativa de la palabra crisis en chino: en este idioma la palabra crisis es compuesta de dos signos: uno quiere decir "catástrofe? el otro "esperanza?.
Para abordar esta temática parte de la necesidad de reforzar, profundizar y robustecer la ética de nuestra vida diaria, el modo constitutivo de una ética desde, en y para la vida cotidiana, una ética de las relaciones interpersonales.

Al referirse a la ética de las relaciones interpersonales lo hace en base a:

Un contenido mental que regula el comportamiento de las personas en las diversas situaciones de su vida.
El modo en que se coordinan los juicios y criterios para la toma de decisiones comportamentales.
El lugar del deber. No del deber "superyoico? sino de la convicción, desde la certeza. Destaca que es verlo como un paradigma para la convivencia, sino sobre todo, un instrumento para el desarrollo humano.
Hace un análisis de cómo a pesar de que nuestra actual historia parte de un proyecto social de verdadera esencia humanista, la realización concreta de algunos pasajes no ha sido condición favorecedora de tal actitud vital: se ha sufrido de separación familiar, obstaculización del ejercicio de los credos, predominio del discurso político en las instituciones educacionales que opacó algunas cimientes de la conformación cosmovisiva axiológica, hasta situaciones tales como: prostitución, proxenetismo, drogas, corrupción, individualismo, entre otros.
Como vía para dar salida a esta "crisis" parte como mencionamos anteriormente de la necesidad de una ética de las relaciones interpersonales, del contacto, del vínculo de los elementos de contenidos esenciales que presiden una ética humanista de las relaciones interpersonales. Aborda desde esta óptica valores tales como: el respeto, en particular y sobre todo el respecto al derecho ajeno, a la individualidad, a las diferencias, a la opinión a las decisiones, la honestidad relacionada fundamentalmente con la transparencia comunicativa, informativa, la claridad de las intenciones y los motivos, la disponibilidad a facilitar el encuentro de sentir en el lugar del otro, comprensión empática, así como compromiso y responsabilidad.
Calviño, señala es posible lograr que se constituya el discurso ético desde una ética humanista de las relaciones interpersonales. Y el inicio según sus propias palabras es accionar desde la angustia para parir el método.
Como se ha podido observar el tema de los valores y su formación forma parte del debate de un grupo de investigadores, mucho de ellos cubanos, que abordan esta temática desde distintos puntos de vista, aunque todos coinciden que gran parte de la génesis de la llamada "crisis de valores" se encuentra en la situación económica actual y en un grupo de medidas tomadas por la más alta dirección de nuestro país para salvaguardar los logros de nuestra Revolución, así como algunas formas de dirección que han mutilado la iniciativa y la creatividad. Sin embargo aunque en algunos casos se señala la necesidad de cambiar los métodos, no se profundiza en el mismo, no lográndose por tanto llegar a sus raíces, no han sido capaz de comprender que el verdadero error se encuentra en cómo desde que el niño nace y producto de la misma historia de la humanidad el proceso de socialización se ha fundamentado en crear efectos negativos para lograr la formación de valores lo que hace que estos aunque existan funcionan por compulsión externa, forma esta que permite que los mismos sean más vulnerables cuando las condiciones del medio se modifican, en otras palabras son más movibles y modificables en su contenido, alejándose los mismo de su carácter verdaderamente humano.
Según la Dra. en Ciencias Filosóficas e Investigador principal Nancy L. Chacón Arteaga quien dirige los estudios sobre ética y profesionalidad, sobre el tema de los valores de la profesionalidad pedagógica tiene en cuenta entre otros, la formación activa, donde es imprescindible experimentar en el acto de conducta, en el comportamiento las vivencias y experiencias acerca del cumplimiento de una norma o valor ético, la satisfacción personal que produce, el reconocimiento social que puede provocar, así como también las consecuencias de o la violación de una norma o valor moral, la crítica o sanción, el propósito de enmendar tal situación en su vida.
Si se analiza este enfoque se infiere que existe una influencia directa del aprendizaje a través de la conciencia individual de los valores en la actividad cotidiana, lo cual no logra independizarse para el análisis de la concepción a que arriba de la profesionalidad del pedagogo. Lo cual se reafirma cuando expresa "en relación a los valores" el carácter de orientadores y reguladores internos de los valores morales, hace que estos ocupen un lugar especial como integradores a nivel social (aspecto objetivo) y en las escalas de valores subjetivas de cada individuo, formando parte del contenido movilizativo de los valores políticos, jurídicos, estéticos, religiosos, filosóficos y científicos.
Después de realizar un análisis histórico lógico de cómo se han abordados los valores y su formación se hace necesario resaltar la necesidad de prestar atención al método en el que históricamente se ha sustentado su formación, que surgió como una necesidad histórica y que si no somos capaces de modificar, los valores seguirán funcionando por compulsión externa y no por convicción.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Lenin VI. Otras completas. Tomo 39. Moscú: Progreso; 1980. p. 67
  2. Fabelo Corzo J R. Los valores y sus desafíos actuales.La Habana: José Martí ;2003. p. 78-9.
  3. Asmus V E. Historia de la filosofía antigua. La Habana: Pueblo y Educación;1988.p. 119.
  4. Narsbi IS. La filosofía de Europa Occidental en el Siglo XVIII.La Habana:Pueblo y Educación;1985.p. 187.
  5. Dukheim E. Sociologic et Philosophie. París: Editorial Alcan; 1924.P. 36.
  6. Fabelo Corzo JR. La crisis de valores, conocimiento, causas y estrategias de superación. La formación de valores en las nuevas generaciones. La Habana: Ciencias Sociales;1996.p. 6-19.
  7. Fuente M. Subjetividad y realidad social: una aproximación sociopsicológica.Rev Cubana Psicol.1995; 12 (1-2).
  8. Núñez de Villavicencio PF. Personalidad. Psicología y Salud. La Habana: Ciencias Médicas;2001.
  9. Peaget J. El pensamiento en el niño. La Habana: Ciencia y Técnica; 1961.
  10. Vigotsky LS. El desarrollo pedagógico y psicológico. La Habana : Pueblo y Educación;1980.
  11. Calvo Oliva TJ. El método traiciono las reglas del juego. En Vivir Amar- Vivir. Matanzas: Ed Vigia; 2006
  12. Parlov IP. Los reflejos condicionados aplicados a la psiquiatría. La Habana:Revolucionarias.;1966.
  13. Leontiev AN. Actividad, conciencia y personalidad. La Habana: Pueblo y Educación; 1980.
  14. Petrovski AV. Psicología evolutivo y pedagógica. Moscú: Progreso ;1980.
  15. Rubinstein S. El pensamiento y los caminos de su investigación.Uruguay:PueblosUnidos-Montevideo; 1959.
  16. Luria AR. Las funciones corticales superiores del hombre. La Habana: Científico-Técnica; 1982.
  17. Bassin EV. Problemas del inconsciente. Buenos Aires: Editorial Granics; 1972.
  18. Anokhin PK. Características del aparato aferente de reflejo condicionado y su significado en Psicología. Cuestiones de Psicología. Nº6.Madrid:Morata. Rusia; 1955 .
  19. Uznadze D. Principios esenciales de la teoría de la actitud. La Habana:Editorial Impresora Universitaria Andrés Vosin; 1974.
  20. Galperin AP. Introducción a la Psicología. La Habana: Pueblo y Educación;1982.
  21. Freud S. Obras completas. La Habana : Editorial Revolucionaria; 1961.
  22. Casanova FL, Chávez RJ. Problemas contemporáneos de la Pedagogía en América Latina. Compendio de Pedagogía. La Habana: Editorial Pueblo y Educación; 2002.
  23. Foucault M. Microfísica del poder. Madrid: Editorial La Piqueta; 1980. P. 181-2.
  24. Rouseau JI. El contrato social. 4ta ed .México D.F: Universidad Nacional Autónoma de México; 1984. P.27.
  25. Villoro L. El poder y el valor. Fundamentación de una ética política. México: FCE; 1997. p.76.
  26. Zarzar C. La dinámica de los grupos de aprendizaje desde un enfoque operativo. Perfiles Educativos. 1983;(9): 14-36
  27. Casales J. Psicología Social. Contribución a su estudio. La Habana: Ciencias Sociales; 1989.
  28. Cueto de AM. El Dispositivo Grupal. Buenos Aires: Editorial Búsqueda; 1985.
  29. Noore M, Kearsly G. Fundamental distance education, a system view; 1996.
  30. Bates AW. Technology and the future of education, technology, open learning and distanced education. Nueva York: Routledge;1995.
  31. Frade C. Estructura, dimensiones, facetas y dinámicas fundamentales de la sociedad global de la información?.Curso De Doctorado UOC; 2003 .
  32. González Rey F. Los valores y su significación en el desarrollo de la persona. Rev Temas cultura-ideología-sociedad. 1998; 15.
  33. Fernández Aldala del Olmo MJ. La educación en valores y el aprendizaje significativo. Ciber Educa.com psicólogo-pedagogo al servicio de la educación. España: Universidad de Málaga;2000. Disponible en: http/www.cibereduca.com [ Consultado 2004 Feb]
  34. Rodríguez Rojo M. Qué son los temas transversales en la Educación para la paz y el interculturalismo como temas transversales. Barcelona :Olkos. Tau; 1995.
  35. Castellanos SD, Castellanos SB, Ulvina L M. Hacia un aprendizaje desarrollador. La Habana: Colección Proyectos;2001.
  36. Castro F. Una revolución sólo puede ser hija de la cultura y las ideas. Discurso pronunciado en el aula magna de la Universidad de Venezuela. La Habana: Política; 1999.
  37. Aguiar DC. Modelo pedagógico para la conformación de las estrategias de intervención educativa dirigidas al fortalecimiento de los valores humanos esenciales desde la escuela. La Habana: Instituto Superior Pedagógico José Martí; 1998.
  38. Domínguez MI. La formación de valores en Cuba de los años 90: un enfoque social. La formación de valores en las nuevas generaciones. La Habana : Ciencias Sociales; 1996.p. 28- 45.
  39. Arés MP. La familia, ética y valores de la realidad cubana actual. Rev Temas; 1998.p. 57-64.
  40. Vitier C. Una campaña de espiritualidad y conciencia. La formación de valores en las nuevas generaciones. La Habana: Ciencias Sociales;1996.p. 20-7.
  41. García Batista G. ¿Por qué la formación de valores es también un problema pedagógico?. La formación de valores en las nuevas generaciones. La Habana: Ciencias Sociales; 1996.p. 68-71.
  42. Calviño M. Los valores y el desarrollo espiritual, reflexiones desde la vida cotidiana.La Habana: Conferencia efectuada en el recinto parroquial de la Habana. Manuel Uña; 2000.

SUMMARY

We made an updating on values formation and its influence in the development of the personality. For this study we used the historic logic method. It allowed us to understand that the real problem of the formation of the personality is in the teaching-learning method; it determines values, functioning by external compulsion, not by convictions, and that is why they are so changing, giving the appearance that they are in crisis.

MeSH:

SOCIAL VALUES
PERSONALITY
SOCIAL BEHAVIOR
TEACHING
LEARNING
HUMANS

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO

Vidal Tallet A, Calvo Oliva T, Sosa OL, Casal Menéndez X, Noda Albelo A.El método de enseñanza-aprendizaje en la formación de valores. Rev méd electrón[Seriada en línea] 2008; 31(3). Disponible en URL:http://www.cpimtz.sld.cu/revista%20médica/ano%202008/vol 3%202008/tema 16.htm[consulta: fecha de acceso]

 

 

Enlaces refback

  • No hay ningún enlace refback.