Tema - La ética en los docentes

Reseña

 

La ética en los docentes

Ethics in the teaching staff

 

Dra. Clara Laucirica Hernández1*

1 Hospital universitario Clínico Quirúrgico Provincial Comandante Faustino Pérez Hernández. Matanzas, Cuba.


*Autor de la correspondencia: claralaucirica.mtz@infomed.sld.cu

 

 

Recibido: 08/01/2019.
Aceptado: 22/01/2019.

 

 

“… No puedo sentarme a hacer libros, que son cosa fácil, porque la inquietud intranquiliza y devora y falta el tiempo para lo más difícil, que es hacer hombres…”

José de la Luz y Caballero.(1)

 

Le corresponde a los educadores reflexionar, detenidos en esa frase de Luz y Caballero: “hacer hombres”. Es necesario estar dispuestos a hacer realidad una auténtica educación en valorestan necesaria para una cultura de paz y que constituye un pilar fundamental para sostener la edificación más importante que pueda existir, el hombre mismo. Esto es un reclamo y aspiración de la humanidad en este siglo XXI, muy convulso ya en sus primeras décadas, con muestras de lo que puede conseguir el egoísmo, la indiferencia y el afán de poder.

“Hacer hombres”entonces, como decía el discípulo del presbítero Félix Varela Morales, padre de la nacionalidad cubana, es lo más difícil y debe mantener una atención constante, una aguda mirada sobre los peligros que acechan, las desviaciones del actuar ético, la acechanza de la doble moral que corrompe y es la forma más expresiva del relativismo moral. Es cierto que el ser humano no es perfecto pero si perfectible y en la formación de la persona y luego de la persona- profesional es imprescindible y urgente, realmente, que en su cotidianidad y en sus diferentes contextos, sean expresión sincera de sentimientos, valores y cualidades morales propios de la mejor calidad humana, de una forma responsable y autorregulada. Esta aspiración solo puede realizarse  a partir de una cultura donde se desarrollen los principios éticos basados en una orientación humanista y de absoluto respeto a la convivencia ciudadana, y al entorno que ofrece este planeta que compartimos, en el que ha sido dicho con razón que no hay pasajeros porque todos somos tripulantes.(2)

La tarea educativa tiene una serie de exigencias para poder llevarse a cabo y cumplir las expectativas de formar un profesional de excelencia. En lo que se refiere a los docentes de las Ciencias Médicas, existe un compromiso con la sociedad de entregar profesionales que van a servir en el ámbito sanitario como salvaguardas de la vida y  de la salud. Para este propósito debe existir un empeño esmerado en trazar caminos correctos, no para imponer sino para que puedan elegir. No es posible referirse a todas las exigencias pero hay elementos cuya connotación amerita menciones especiales. Tal ocurre con la disciplina y los sentimientos como soportes de esa tarea educativa.

Hay una original y verdadera frase del dramaturgo alemán Carl Zuckmayer que expresa: La mitad de la vida es suerte, la otra disciplina; y esta es decisoria ya que, sin disciplina, no se sabría por dónde empezar con la suerte”.(3) Ciertamente se expone así la relevancia de la disciplina en el decursar de la vida de cualquier persona y por ende atañe también a la formación profesional, instruyendo especialmente en lo moral.

La palabra disciplina tiene una raíz latina que significa aprender y esto da el sentido de introducir una orientación eficiente para amoldar el carácter y el comportamiento de un individuo, coordinar actitudes que consigan desarrollar habilidades y eficiencia máxima en alguna labor. Pero además proporciona la capacidad de actuar ordenada y tenazmente con el fin de obtener un bien.

La labor diaria de un educador debe estar dirigida a exponer la importancia de saber elegir el bien, lo cual constituye afianzar que se ejerce la libertad. La disciplina permite enfocarse adecuadamente en el camino correcto, no fácil sino correcto, así se logra evadir las brechas de falsas expectativas que no enriquecen el sentido humano de las conductas, por el contrario lo empobrecen. Sería interesante el análisis breve y profundo del gran filósofo alemán Immanuel Kant encerrado en las siguientes palabras: La disciplina es la que consigue transformar la animalidad en humanidad”.(4)

Anteriormente se hacía referencia a los sentimientos como otro elemento indispensable para lograr desarrollar la labor educativa. Los sentimientos son el resultado de las emociones y esa respuesta tiene un componente mediado por neurotrasmisores, pero también se relacionan con la espiritualidad del ser humano y su expresión debe estar exenta de estridencias e imprudencias. Al decir de Don Miguel de Unamuno: Siente el pensamiento; piensa el sentimiento”.(5)

Un educador no puede ser indiferente, no puede ser quien se ocupe de impartir unas clases o instrucciones sin que le imprima a ello sus propias vivencias relacionadas con el sentido humano, con la apreciación de su vocación y el enaltecimiento de los valores que permitan la realización profesional de ellos mismos y  de sus educandos.

Siguiendo el hilo conductor que permite emprender cualquier tarea educativa, es imprescindible señalar la confianza, que no es solo la esperanza firme que se tiene de alguien o algo sino la seguridad que se posee en sí mismo. Con esa premisa los pasos que se den y los resultados a obtener serán más efectivos.  Por supuesto que seguridad no quiere decir autosuficiencia ni arrogancia, eso sería lamentable, es todo lo contrario. La base de la misma es la humildad que contribuye a enriquecer el conocimiento personal, tener certeza de hasta dónde alcanzan las propias fuerzas y con ello definir las posibilidades reales en el desempeño diario. Resulta de valor inestimable estar consciente de ese conocimiento realzando la visión de que buscar ayuda para crecer es un gran salto de calidad en el desarrollo profesional.Un hombre nunca debe avergonzarse por reconocer que se equivocó, que es tanto como decir que hoy es más sabio de lo que fue ayer”.(6) También por ese camino se logrará la certeza de que en modo alguno se es dueño de la verdad, y lo que ello trae aparejado, la escucha atenta de otros criterios y establecer un verdadero diálogo, que indudablemente llevará a realizar un mejor servicio.

El educador debe tener un interés especial por su propia identidad, la cual lo debe distinguir, en ese sentido es importante el entusiasmo con que enfrente su labor, la paciencia que caracterice sus acciones para evitar pasar por alto cualquier detalle. Para ello es necesario un buen dominio de sí, porque de lo contrario hay ocasiones en que sobrevendría una polémica estéril que en nada se parecería a un diálogo fructífero. Hay un sentimiento que nunca puede escaparse de la realidad que vive el educador y es que tenga la convicción de ser trasmisor de un mensaje.  Eso amplía el horizonte de la propia dedicación ya que facilita un especial interés en cuidar del tiempo para el trato formal e informal con los estudiantes y por supuesto, a estar disponible y valorar mucho la puntualidad, la franqueza, la lealtad y la honestidad. Se ha de ser cuidadoso en sembrar la inquietud de cumplir los programas e indicaciones, respetando siempre las opiniones del claustro y buscando también retroalimentaciones en los educandos. A este respecto resulta conveniente que ellos tengan la oportunidad de incorporar la experiencia del trabajo en equipo de sus profesores, que conlleva la aceptación de propuestas, escucha atenta a las opiniones y sanas relaciones interprofesionales, siempre como mediadores, como puentes y no como barreras. Ello será la base de su desarrollo posterior como profesionales y también como educadores. Un educador respetuoso, organizado, que sepa comunicarse, atender las diferencias y premiar el esfuerzo, será siempre considerado un camino a seguir, un verdadero ejemplo que se constituye en paradigma de la fuerza que permite desarrollar lo bueno: el amor.  Bertrand Rusell, premio Nobel de Literatura en 1950 decía, No hay más que un camino para el progreso en la educación, como en todas las cosas humanas, y es el de la ciencia guiada por el amor. Sin ciencia, el amor es impotente; sin amor, la ciencia es destructiva”.(7)

El docente no puede olvidar que debe incorporar a su quehacer diario la dimensión investigativa, que logra mejoras en la atención a la salud, tratándose del ámbito que se trata en estas reflexiones, y es guía segura para la orientación profesional. Es necesario que haya claridad en la importancia de ser innovador, dispuesto a analizar los cambios oportunos y valorar las oportunidades que se ofrezcan en el perfeccionamiento de la labor que desempeña. Debe acoger y desarrollar las tecnologías de la información, abriéndose paso en ese mundo de tantas oportunidades y tan cercano a los jóvenes.

En manera alguna se está definiendo  a un ser humano inexistente o perfecto, un ente irreal, un espejismo. Nada más lejos; lo que sucede es que hay que estar convencido que la tarea educativa es algo especial y que como tal, lleva un profundo análisis de las actitudes y valores que posea el educador junto a  sus habilidades teóricas y prácticas. Con mucha preocupación debe verse una cierta subvaloración de las actitudes y los valores que hoy día pareciera que haya un criterio de anteponerles las habilidades teóricas y prácticas. No se debe cometer tal error pues todo lo anterior debe desarrollarse como un todo con la lógica interdependencia que les caracteriza en realidad.

En los programas de estudio de las Ciencias Médicas están declaradas las estrategias curriculares que permiten incrementar la pertinencia y calidad en los procesos de formación de competencias profesionales y de valores. Atendiendo a esto, se señala la estrategia educativa como primordial, ya que en la misma se apuntan y perfilan estos elementos con el fin de que sean desarrollados adecuadamente. Habría que analizar profundamente si se cumple convenientemente, ofreciendo las condiciones y conocimientos necesarios para ello desde la propia malla curricular, específicamente en Ética y Bioética. Esto se relaciona con unapreparación sistematizada sobre sus contenidos en forma transcurricular y no quedando  la misma en el criterio personal de cada profesor, sino bien organizada y de forma interdisciplinaria  con profesores bien preparados. Vuela el pensamiento al Pbro. Félix Varela Morales cuando expresaba: “...Nunca nos separemos de la máxima de que con buenos maestros no hay libros elementales malos y nada importa que sean buenos, si los maestros son malos…”(8)

Las valoraciones realizadas tratan de expresar algunas consideraciones de lo que necesita la práctica docente, lo que debe poseer un educador, cuya definición podría  resumirse como: un ser humano dedicado a una labor de excelencia la cual permite hacer florecer profesionales maduros y sanos que contribuyan a su vez a enriquecer y permear de sus condiciones a la sociedad.

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. De la Luz J. Por José Martí. Patria, 14 de noviembre de 1894. Tomado de: Aforismos y apuntaciones, por José de la Luz y Caballero. La Habana: Edit. De la Universidad de la Habana; 1945.   

2. Nogueira Trujillo H. Triunfa en tu primer trabajo. México, D.F.: Editorial Panorama Editorial; 2016. p. 119.

3. Ruíz Ruano AM.  Aprendizaje Estructural de Redes Bayesianas para Modelar el Emprendimiento Académico de Base Sostenible y Tecnológica [Tesis en Internet]. España: Universidad Católica de Murcia; 2016 [citado 06/01/2019]. Disponible en: file:///C:/Users/MAGDALENA/Downloads/Tesis_FINAL.pdf

4. Emmanuel K. Introducción de: Sobre la Pedagogía [Internet]. Chile: Escuela de Filosofía Universidad ARCIS; 2015 [citado 06/01/2019]. Disponible en:
https://www.uv.es/~sociolog/educacio/textos/Kant.html

5. De Unamuno M. Credo Poético. Poesías [Internet]. Madrid: Editorial Libro de Notas; 1998 [citado 06/01/2019]. Disponible en: http://artespoeticas.librodenotas.com/artes/979/credo-poetico-1907

6. Sánchez Gómez R. Gestión y psicología de embresas y organizaciones. Libros profesionales de empresas. Madrid: Editorial ESIC; 2014.

7. Russell R. Ensayos sobre educación: especialmente en los años infantiles. España: Espasa-Calpe; 1967.

8. Varela Morales F. Revista y repertorio bimestre de la Isla de Cuba. Núm. 1. Mayo-junio. Tomo I. La Habana: Imprenta Fraternal, Calle de la Obra Pía; 1831.

 

 

Conflicto de intereses:

El autor declara que no existen conflictos de intereses.

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